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Cilindro porta incensario

Cultura maya
Periodo Clásico tardío 400-800 d. C.
Arcilla modelada
92 x 37 x 30 cm.
Colección CONACULTA-INAH-MEX

El arte escultórico maya fue extraordinario en el relieve. Las obras exentas o «de bulto» con frecuencia están realizadas en altorrelieve. Este porta incensario de barro rojo es un pedestal elaborado para ser visto por el frente. sostenía un cajete con tapa que servía como brasero para quemar resinas aromáticas y sangre como ofrendas rituales. Las figuras están modeladas en un cilindro adosado a una placa rectangular que sirve como soporte de signos añadidos al pastillaje. En algunas de sus partes quedan restos de pintura color turquesa.

Este género de cerámica ritual procede de Palenque, donde han sido desenterrados más de cien ejemplares en torno al templo de la Cruz. Se distingue por el mismo patrón iconográfico: una cara antropomorfa es el centro de una armadura vertical de máscaras y tocados, flanqueadas por glifos o grecas. De acuerdo con los especialistas, los rostros representan con mayor frecuencia al dios solar joven Chak, o al dios solar viejo K’inich Ahau. En la cosmovisión maya, los dioses eran fuerzas de la naturaleza que se manifestaban en seres animados y tenían poderes duales, negativos y positivos. El dios solar se manifestaba en forma de jaguar, águila, guacamaya, venado o colibrí. Podía significar día o noche, vida o muerte.

La composición de estas obras parece aludir a la creencia maya de que las fuerzas cósmicas están en una transformación constante y cíclica.

Las máscaras podrían representar aspectos del espíritu que encubren –o manifiestan– el ser verdadero. No obstante, la arqueóloga Martha Cuevas García aduce pruebas para afirmar que estos objetos simbolizan el árbol cósmico que comunica los tres niveles del mundo. El mascarón que está en la base representa al monstruo Imix, quien posee rasgos de lagarto, ofidio y tapir, y es la personificación de la ceiba-cocodrilo, que suele aparecer en la base del árbol, donde se unen el nivel terrestre y el inframundo. En este caso, el rostro central es el de Chak, con sus largos colmillos. las máscaras que están por encima de la cabeza parecen sucesivamente un jabalí y un ave, tal vez un pavo. La diadema superior del tocado lleva al centro la cara de un anciano prognata, quizá itzamná, dios celeste y antiguo héroe civilizador.

La utilización ritual de estos incensarios está documentada en códices y en el templo de las inscripciones de Palenque. En éste se registra que los dioses-incensarios se sustituían al final de cada katún, es decir, cada veinte años. En las excavaciones al poniente del templo de las Cruces, donde se localizó el mayor hallazgo de estas piezas, se encontraron algunas navajillas de obsidiana, sangradores de barro y falanges humanas. tales evidencias parecen señalar que incensarios como éste se enterraron al final de un ciclo, en el sitio desde el cual los hombres podrían viajar más fácilmente al inframundo. El ritual incluía la quema de copal mezclado con maíz y sangre como ofrenda para la renovación solar.