Por sus dimensiones y calidad iconográfica, la más importante de las vasijas efigies zapotecas que se encuentran en el Museo de Historia Mexicana es este Cocijo, dios de la lluvia y el rayo. Su tocado está compuesto por un gran penacho de plumas con dos mazorcas a los lados y un soporte semicircular. Al centro lleva el glifo C, estilización de las fauces de un jaguar, que lo acredita como una deidad terrestre, flanqueado por dos glifos de la mazorca. En el pectoral lleva el glifo de la milpa, del que pende el glifo de la nube. En las hombreras y el tocado se repite a cada lado el glifo de la nube, especie de s larga, que puede ser descrita como dos espirales girando en la misma dirección, con un eje entre ambas. Aparece asimismo en el maxtlatl o paño de cadera el glifo de la horquilla, que se cree puede simbolizar la lluvia.
El personaje lleva orejeras y, en torno de la boca, la máscara de jaguar.
La representación de este dios combina los símbolos de la fertilidad. Para los zapotecas la tierra, origen de todo lo existente, se asociaba con el jaguar, que por tanto era el símbolo del mundo. Cocijo era el rayo iracundo que fecundaba la tierra y tenía como compañeros –o atributos– a las nubes: Zaa; la lluvia: Niça Quiye; el viento: Pèe y el granizo: Quiezabi. Las reiteradas efigies de este dios hablan de la importancia de su culto para el pueblo de las nubes.