Retratos patrióticos
Hacia 1890 se realizaron una serie de litografías alusivas a los protagonistas de las principales gestas patrióticas ocurridas en el siglo XIX: la guerra de Independencia, la Reforma y la Intervención francesa. Estas representaciones buscaban enaltecer la figura del héroe y, poco a poco, ir afianzando la idea de la defensa de la patria, la forja de la nación y la consolidación del proyecto nacionalista comandado por el presidente Porfirio Díaz.
El Museo de Historia Mexicana, resguarda en su acervo, seis litografías que llevan el distintivo Centro Patriótico Nacional Mexicano. De acuerdo con la hemerografía de la época, este organismo estaba respaldado por el gobierno y las representaciones gráficas eran “adoptadas [por las municipalidades] tanto por el mérito que le da su procedencia, como por la facilidad de obtenerlo”. *
Una de estas litografías corresponde a la representación del general Ignacio Zaragoza, vencedor de la contienda del 5 de mayo de 1862. La defensa de la soberanía nacional a cargo del general fue enaltecida durante el régimen porfirista y su figura fue revalorada como parte del “panteón” nacional que se estaba construyendo en torno a estos prohombres.
La litografía presenta a Zaragoza uniformado en casaca de gala, la cual lleva hombreras y charreteras ornamentadas con hojas de acanto, al igual que los bordados que lleva en el pecho y en la botonadura se distingue el águila nacional.
En la parte inferior del retrato, se encuentra una alegoría a la República, dispuesta en primer plano ante un escenario natural, todo ello orlado por hojas de encino y laurel. A la derecha de esta composición se ubica la rúbrica del general Zaragoza y a la derecha el sello del Centro Patriótico, donde también se distingue el escudo nacional.
*Diario La Patria de México, México, domingo 7 de diciembre de 1890, Año XIV, Número 4165.
Semblanza de Ignacio Zaragoza (1829-1862)
Nació en Bahía del Espíritu Santo, Texas, cuando la provincia aún formaba parte del territorio mexicano. Tras la independencia de Texas, su familia se trasladó a Matamoros y posteriormente a Nuevo León. Tuvo una breve estancia en el seminario, pero se avocó en la formación militar.
En 1852, durante la última administración del presidente Antonio López de Santa Anna, ingresó a la Guardia Nacional de Nuevo León, y al siguiente año formalizó su entrada al Ejército Nacional. Participó activamente en la política nacional, adhiriéndose al Plan de Ayutla contra la dictadura de Santa Anna y apoyando el movimiento liberal y a Benito Juárez durante la Guerra de Reforma (1857-1861). Sus logros y victorias para el bando liberal, fueron reconocidas y se le otorgó el grado de general, así como el nombramiento de ministro de Guerra y Marina en el gabinete del presidente Juárez.
Hacia 1862, con la inminente amenaza de la invasión francesa, Zaragoza tuvo que dejar su cargo para tomar el mando de Ejército de Oriente. El general entró en combate y tuvo una heroica participación el 5 de mayo en la plaza de Puebla. Con sus tropas, que eran mucho menor en número respecto a las del ejército invasor, lograron derrotar al entonces considerado como el más poderoso cuerpo de guerra en el mundo. Esta acción retardó en más de un año la ocupación del país.
A pocos meses del triunfo, preparándose para nuevos ataques en el territorio, y con apenas 33 años de edad, Zaragoza enfermó gravemente de fiebre tifoidea y murió en la ciudad de Puebla, el 8 de septiembre de 1862.
Por los servicios prestados a la nación, el mismo año de su muerte, Benito Juárez lo nombró Benemérito de la Patria en grado heroico, y dio su nombre a la ciudad de su hazaña, Puebla de Zaragoza. En 1976 sus restos fueron trasladados a un monumento erigido en su memoria en Puebla.