Introducción
La historia oficial se ha escrito y ha sido registrada en su mayoría por hombres. Desde esta mirada, han sido ellos quienes se han presentado como los personajes principales y protagonistas. Esto se ha visto reflejado en una serie de objetos preservados en museos y galerías, así como en las representaciones culturales que usualmente son exhibidos.
Pero ¿qué pasa si la historia la cuentan las mujeres desde su propia perspectiva? Mas aún, si la historia se (re) lee desde una perspectiva de género, donde las mujeres también aparecen en el devenir histórico. Mujeres en la historia, Historia de las mujeres tiene entre sus objetivos revisitar los acervos de 3 Museos, para rescatar de ellos la historia de las mujeres que aún no se ha contado.
Contexto
Se puede comenzar con la definición de los tres conceptos relacionados con el centro de esta exposición, el sexo, la sexualidad y el género.
El sexo es asignado dependiendo de los genitales presentes en los bebés.
El género es parte de un constructo social que incluye roles sociales y está regido por expectativas ajenas a individualidad de cada persona.
La sexualidad es la relacionada a las prácticas sexuales y la atracción de un individuo.
Un ejemplo del género está presente en el hecho de ser Mujer u Hombre pues se generan expectativas sociales particulares en las que se espera que los hombres sean masculinos y que las mujeres sean femeninas. Estas nociones contribuyen la idea del género y varían histórica y geográficamente.
Vida cotidiana
La costumbre era lo que se analizaba de los pueblos de las colonias en América, incluyendo a la población criolla. Es en esta mirada hacia el costumbrismo que podemos tener una idea de la vida cotidiana y el mundo de las mujeres en general.
Con ello, surge la distinción entre la historia de los colonizadores y la de los colonizados, en la que pareciera que solo Europa tuviera tradición histórica, mientras que los pueblos originarios únicamente cuentan con costumbres, desestimando la riqueza económica, política y cultural de las sociedades americanas.
SIGLOS XIX – XX
Se observa una predominancia en los roles cotidianos entre hombres y mujeres, mientras que el hombre está trabajando la mujer se queda en casa realizando los quehaceres hogareños. Esta visión se presenta a nivel global siendo la mujer la encargada principal de la crianza de los hijos viéndose limitada a desarrollarse dentro del constructo socio-económico.
La idealización
El estereotipo que representa a las mujeres como damas y madres de familia se reforzaba a través de manifestaciones artísticas como la música. Estas representaciones comparten el estilo y la estética de los retratos de las damas del siglo XIX.
El baile y la música también reproducen los roles de género: el hombre guía a la mujer en la danza de parejas, así como la guía en su rol de esposa, madre e hija.
Siglo XX
Los rituales del casamiento reflejan los roles de género y la subordinación de la mujer. Si bien ambos cónyuges se ponen anillos al casarse, el anillo de compromiso sólo lo lleva ella para denotar que está comprometida. Los hombres no usan anillo de compromiso porque la exigencia social de castidad antes del matrimonio para ellos no es estricta y, por lo tanto, no tienen necesidad de avisar que están “reservados” hasta que se casan. El control de la sexualidad femenina está asociado con la idea de que el rol fundamental de la mujer es la maternidad en el marco del matrimonio.
Durante los años 20, las mujeres comenzaron a reducir y cortar el largo de sus cabellos para mostrar su intención de liberarse de los estereotipos tradicionales de género que tanto en las carteleras como en los contenidos cinematográficos reflejaban a las mujeres como personajes femeninos en su mayoría sumisos, o que se sometían como devotas enamoradas al final de la película. Cuando los personajes femeninos no cumplen con estos roles, ya sea por ser víctimas de injusticia o por rebeldía, usualmente tienen un final trágico.
Educación y Trabajo
Otra forma de plantear la dinámica del hogar es la conceptualización del trabajo productivo que es remunerado y el reproductivo que no lo es.
La Familia Westrup (como muchos de los inmigrantes ingleses de fines del siglo XIX) profesaba la religión bautista que consideraba que las mujeres debían aprender a leer y escribir para poder leer los textos bíblicos y así apoyar la labor evangélica de sus esposos, además de reforzar la educación de sus hijos e hijas.
La educación en las mujeres de México comenzó entonces a impulsarse en el siglo XIX gracias a la familia Westrup ya que permitía a sus miembros femeninos educarse, esto abrió paso a que se generaran escuelas y espacios para mujeres en los que podían estudiar y prepararse para tareas y trabajos diferentes al hogar.
Participación política
Los movimientos más frecuentes de mujeres a lo largo de la historia, tienen que ver con la beneficencia social. Los clubes, comités y logias que recaudan fondos para comedores públicos o que organizan repartos de alimentos, ropa y medicamentos, son algunos ejemplos de estos movimientos e instituciones. También participaron en organizaciones y clubes que apoyaban los movimientos políticos masculinos, sobre todo de sus esposos y familiares.
En el siglo XX e inicios del XXI se pueden observar dentro y desde los feminismos dos tipos de movimientos sociales en donde la mujer ha sido protagonista: los movimientos de mujeres, que son todos aquellos en donde predomina la participación y el liderazgo femenino, y los movimientos feministas, en donde las mujeres luchan políticamente por sus derechos.