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Estas en:  Exposiciones  ›  Temporales  ›  Miradas de Barro y Piedra. Explora y descubre mesoamérica.
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    • Exposición Temporal

      La piedra y el barro fueron materiales vitales para el desarrollo de los pueblos mesoamericanos. A través de su manipulación pudieron representar y entender su entorno, plasmando su gran expresión artística en diversas piezas presentes en esta exposición.


      Hasta el 6 de septiembre del 2015.


      Horario: Martes a domingo a partir de las 10:00 horas

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    • Exposición Temporal

      La piedra y el barro fueron materiales vitales para el desarrollo de los pueblos mesoamericanos. A través de su manipulación pudieron representar y entender su entorno, plasmando su gran expresión artística en diversas piezas presentes en esta exposición.


      Hasta el 6 de septiembre del 2015.


      Horario: Martes a domingo a partir de las 10:00 horas

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    • Exposición Temporal

      La piedra y el barro fueron materiales vitales para el desarrollo de los pueblos mesoamericanos. A través de su manipulación pudieron representar y entender su entorno, plasmando su gran expresión artística en diversas piezas presentes en esta exposición.


      Hasta el 6 de septiembre del 2015.


      Horario: Martes a domingo a partir de las 10:00 horas

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      Sala Temporal Museo de Historia Mexicana

      Presentación

      Desde pirámides hasta objetos cotidianos, el barro y la piedra estuvieron presentes en el desarrollo del mundo prehispánico.

      Introducción

      Los pueblos prehispánicos sabían muy bien cómo trabajar la piedra y el barro. La manipulación de estos dos materiales transformó la vida de los olmecas, teotihuacanos, zapotecos, mayas, toltecas, mixtecos, culturas de Occidente y mexicas.

       

      Por ejemplo, los nómadas que vivían en el norte de nuestro país fabricaban cuchillos y puntas de flecha para ayudarse en la cacería e imprimían en las piedras símbolos que aún hoy no han sido descifrados del todo. Más al sur, los pueblos agrícolas usaron este mismo material para hacer metates y hachas, para construir pirámides y para tallar pequeñas y grandes esculturas.

       

      Los pueblos sedentarios también aprendieron a usar el barro y con él hicieron muchos objetos útiles, como vasijas, platos y ollas. El barro les sirvió, además, para crear representaciones del mundo en que vivían o imaginaban: modelaron figuras de comerciantes, cargadores, tejedoras, guerreros, animales y dioses.

      Simbología en fragmento de muro

      Los muros interiores de los templos de Palenque estaban decorados con tableros de piedra caliza, muy abundante en la región. Los tableros representaban figuras humanas en forma naturalista, lo que demuestra un culto a la individualidad.

      La escultura arquitectónica maya se ordenaba de acuerdo con su cosmovisión, en tres planos: la parte inferior correspondía al inframundo, el tablero a la tierra y la banda superior al cielo.

      En este fragmento (Periodo Clásico, 200 – 900 d.C.) se aprecia a dos jóvenes de la clase noble en un ritual. Se ha dicho que su apariencia tiende a lo femenino: ambas portan tocados, collares con pectoral y bolsas de copal Sus rostros se inclinan en direcciones opuestas, pero con una misma actitud.

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      Sala Temporal Museo de Historia Mexicana

      Mesoamérica

      Mesoamérica: la región centro-sureste de México y la zona norte de Centroamérica, donde florecieron las más importantes civilizaciones prehispánicas.

      Introducción

      Posiblemente, cuando te hablan de tiempos prehispánicos, piensas en los nómadas que recorrían el norte del país cargando unos cuantos utensilios. A lo mejor recuerdas a los mexicas que vivían en el centro. O quizá, a los mayas que habitaban el sureste. Pero estos grupos son sólo tres de las cientos de culturas que en ese tiempo habitaban nuestro territorio.

      Las culturas de Mesoamérica compartían costumbres y creencias aunque con variantes regionales o locales. Por ejemplo, cultivaban con un método llamado “tumba, roza y quema”, o sea que tumbaban los árboles y matorrales, limpiaban el terreno y quemaban toda la maleza antes de echar la semilla. Todos sembraban milpas, o sea maíz junto con chile, frijol y calabaza. Todos en Mesoamérica pensaban que habían sido creados con masa de maíz a la que consideraban una planta sagrada. Estas culturas no tenían un sólo dios, sino muchos; los mexicas llegaron a tener dos mil. Cada dios se encargaba de alguna tarea: uno hacía llover, otro cuidaba la milpa, el de más allá era responsable de que el sol saliera cada mañana. Las tareas se repartían: igual que en tu casa, donde alguno se encarga de cocinar, otro de estudiar o de sacar la basura.

      Los gobernantes vivían de los tributos, un impuesto que aportaban los gobernados. Lo recaudado se usaba para construir palacios, templos y, en ocasiones, obras para llevar agua o regar los sembradíos. La guerra era promovida por los gobernantes pues servía a este propósito: entre más súbditos, más tributos.

      Estos pueblos usaban el barro y la piedra con maestría.  Imagínate, si tú quieres convertirte en un especialista –ingeniero, médico, matemático, historiador, por ejemplo- tendrás que estudiar: dos años de preescolar, seis de primaria, tres de secundaria, tres de preparatoria, cinco de licenciatura y otros cuatro para especializarte… ¡23 años en total! Posiblemente esa es la cantidad de años que requería un artesano prehispánico para ser el mejor.

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      Sala Temporal Museo de Historia Mexicana

      Barro y piedra: en la casa, en el templo y en la tumba

      Según su actividad y entorno, cada persona necesitaba de distintos objetos para desarrollar sus tareas y mantener el prestigio.

      Introducción

      Igual que en nuestra sociedad en donde cada persona –albañiles, maestros, arqueólogos, estudiantes-, realiza una actividad diferente y especializada, los habitantes del mundo mesoamericano  -gobernantes, guerreros, sacerdotes, agricultores, cazadores, recolectores, comerciantes, orfebres, escultores- tenían también tareas muy específicas que realizar.

      La vida no transcurría de la misma manera para todos. No era igual vivir en una gran ciudad como Teotihuacán o Tenochtitlán, en donde había mucho movimiento, comercio y múltiples barrios de artesanos que vivir en las pequeñas aldeas dispersas de los alrededores. Tampoco era lo mismo habitar una zona montañosa como Monte Albán en Oaxaca,  en una selva como la de Palenque en Chiapas, o una húmeda región como la de Tajín, en el Golfo de México.

      Según su actividad y entorno, cada persona necesitaba de distintos objetos para desarrollar sus tareas y mantener el prestigio. Por ejemplo, los gobernantes, además de la construcción de grandes templos y palacios necesitaban poseer vasijas perfectamente decoradas o impresionantes joyas; los sacerdotes requerían de sahumerios, incensarios y representaciones de los dioses para sus ceremonias; los guerreros preferirían poseer algunas armas. Por su parte, los agricultores seguramente suspiraban por tener un cuchillo de obsidiana para  destazar un ciervo o un raspador para conseguir las fibras de un maguey, y seguramente buscarían tener algunas pequeñas figuras para poner en los entierros de su parentela. Pero, sin duda, todos necesitaban de la piedra y del barro.

      • Figura antropomorfa (guerrero)

      • Vasija fitomorfa (cacao)

      • Olla antropomorfa (acróbata)

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      Sala Temporal Museo de Historia Mexicana

      Dioses de piedra y barro

      Las culturas mesoamericanas compartían las creencias acerca de los dioses, los cuales no estaban separados de la vida cotidiana.

      Introducción

      Las culturas mesoamericanas compartían las creencias acerca de los dioses.  A muchas de estas divinidades las conocemos gracias a las figuras elaboradas por los artesanos. Estos dioses no estaban separados de la vida cotidiana y la gente hacía ceremonias frecuentes para pedir a los dioses su intervención en cuestiones de salud, guerra, cosechas y cientos de otros asuntos. En las ceremonias se buscaba agradar a los dioses para mantener el orden en el universo: que el sol saliera todos los días y que la luna y las estrellas permanecieran en su sitio. Los gobernantes y los sacerdotes les ofrecían a sus dioses lo mejor que tenían. Aunque el maíz era una buena ofrenda, qué mejor o más valioso que la sangre humana: “agua preciosa para las divinidades”.  La sangre evitaba la destrucción del mundo y de los hombres, nutría a los dioses, alimentaba a la naturaleza.

      Los pueblos mesoamericanos se regían por un calendario cívico y uno ritual. Éste último marcaba los momentos propicios para las ceremonias y rituales religiosos.

      Las esculturas de barro y piedra que se han conservado, muestran que había una enorme cantidad de dioses y entre ellos, igual que entre los habitantes, había jerarquías. Los dioses creadores tenían un lugar especial pero posiblemente un poco alejado de la vida diaria, en cambio los dioses vinculados a la fertilidad, al ciclo agrícola o a la guerra estaban mucho más presentes en la vida diaria.

      • Xiuhcóatl, serpiente de fuego

      • Chicomecóatl

      • Urna

      • Urna

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      He aquí una explicación opcional de esta guía para niños.

      Guía de Sala Marfiles