Introducción
Las artes decorativas bajo nuestros pies invita a redescubrir la historia y la belleza de los mosaicos hidráulicos, piezas artesanales que transformaron la arquitectura y la vida cotidiana del noreste mexicano desde finales del siglo XIX. La exposición tiene su origen en la investigación desarrollada por Selene Velázquez, maestra en Restauración de Sitios y Monumentos, quien durante varios años ha documentado el valor histórico y patrimonial de los pisos de pasta en Monterrey con el apoyo del Sistema Nuevo León para el Impulso Artístico y la Creación de CONARTE.
A través de baldosas únicas, documentos históricos, pigmentos, herramientas y catálogos de época, la muestra revela la fusión entre arte, técnica y color que dio identidad a hogares, plazas y edificios de una ciudad en transformación. Este recorrido rinde homenaje al ingenio de los maestros artesanos y a una herencia visual que, aún hoy, permanece viva.
En 1867, dentro de la exposición universal de París, la empresa barcelonesa Garret Rivet y Cía. presentó por primera vez en sociedad a la baldosa hidráulica: una loseta que no requería ser horneada y que, como si se tratara de un ejercicio de alquimia, al mezclar y prensar cemento Portland, pigmentos, marmolina, arena y agua, se obtenía una pieza artesanal que, además de ser estéticamente bella, lograba ser duradera y resistente. La presentación causó tal furor, que el uso de los mosaicos hidráulicos recorrió mares y océanos. Así, a finales del siglo XIX, llegó a Monterrey gracias a La Industrial, la primera fábrica de pisos de pasta en la ciudad.
Las baldosas de esta muestra fueron elaboradas una por una de manera artesanal, lo que las vuelve únicas e irrepetibles. Algunas de ellas conservan en su cara posterior el sello de los talleres de donde provienen como MOSAICOS RIVERO SUCS. o Mosaicos Popo. Contienen, además, no sólo diseños coloridos, sino la destreza del oficio de maestros mosaiqueros que tardaron horas para elaborarlas.
Frascos con pigmentos, polvo de mármol, cementos y arenas revelan los insumos necesarios para la alquimia que da vida a los mosaicos hidráulicos. Las trepas, forjadas manualmente en latón y lámina galvanizada con diseños que van del Art Nouveau a formas geométricas y fitomorfas, son herramientas indispensables donde se moldea la pasta que conforma la parte visible de las baldosas. Junto a estos objetos, documentos históricos —anuncios de El Gallo o la fábrica de Valentín Rivero, catálogos de La Industrial y Quintana Hermanos en México, o de Antonio Gatell, Trullás y Villalta en España— y registros de prensas hidráulicas alemanas, conforman una colección de saberes y formas que testimonian una tradición artesanal que no debemos dejar desaparecer.
