Introducción
La fotografía, inscrita en el campo de las artes visuales, se expresa con sus propios valores estéticos y es capaz de brindar al espectador otra imagen de su entorno. Este es el caso de Manuel Álvarez Bravo, pionero de la fotografía contemporánea en México, quien a través de su lente se apodera de un fragmento del tiempo del hombre y su medio, capturando su alma para ofrecerles a cambio la eternidad de ese instante.
El artista expresa por medio de su obra el prototipo de la belleza mexicana presente en sus retratos y desnudos, cuyos rostros reflexivos comunican una conciencia de individualidad. Diversos elementos que podríamos clasificar como “emblemáticos” -tales como el sarape, la ofrenda, el maguey, la caja mortuoria, entre otros-, conforman también sus composiciones y revelan las tradiciones que se encuentran implícitas en el modo de vivir de nuestro pueblo. Por esta razón a Manuel Álvarez Bravo se le ha llamado el fotógrafo de lo mexicano.
El Museo de Historia Mexicana y el Banco Nacional de México, a través de Fomento Cultural Banamex, A.C., exhiben 84 fotografías que representan las diferentes etapas artísticas de Manuel Álvarez Bravo, en las cuales se puede percibir su constante búsqueda de sintetizar los avances y el conocimiento de la fotografía internacional y su propósito consciente de revalorar lo mexicano.
EL NACIMIENTO DE LOS FRUTOS
Vario viene de diverso. ¿Con qué ojos vemos ahora las fotografías icónicas de Manuel Álvarez Bravo? Para nombrar esta introducción Juan Coronel, curador de esta muestra, ha tomado fragmentos de los títulos de dos de las imágenes del fotógrafo que son las más conocidas. Obrero en huelga asesinado de 1934 y La buena fama durmiendo de 1939. Estas fotos fueron realizadas en distintos contextos ideológicos de la primera mitad del siglo XX, la guerra fratricida por el poder y el nacimiento de la sensualidad latinoamericana.
El modo de observar el objeto a retratar que se considera singular, a través de su lente siempre resulta en una imagen que se torna clásica por la estructura óptica que le da, aunque los temas en su momento eran completamente disruptivos. Coronel piensa en dos imágenes Espejo negro de 1947 y Jícamas b de 1929. Nuevamente nos estamos enfrentando a una lucha de contrarios conceptuales, desarrollados bajo un mismo plano compositivo, lo que las emparenta dentro de una misma estructura visual.
DENTRO DE SU FOTOGRAFÍA - ÁLVAREZ BRAVO MODERNO
Con su imagen Señor de Papantla de 1934, una de sus fotografías más representativas, Álvarez Bravo está desarrollando una metodología visual nueva, hacia un tema que se venía tratando desde la perspectiva antropológica. A los hombres que no pertenecían al mundo occidental, hasta este momento se les veía siempre desde una representación enciclopédica, esto es, como objetos de estudio científico. En este retrato el fotógrafo nos está presentando a un individuo más, en el contexto cultural moderno, ese que está asumiendo su composición pluriétnica y pluricultural. Es un retrato artístico, no una ficha catalográfica de las características biológicas del retratado.
OTRO PAISAJE, NUEVA TIERRA
La fotografía del siglo XIX en su mayor parte tenía la consigna de mostrar a un país acorde con la visión política que lo dominaba, el porfiriato. Durante el periodo revolucionario estos puntos de vista cambian. En esta nueva manera de concebir al país, se empieza un nuevo sistema de educación llamado Escuelas de Pintura al Aire Libre, la primera fue fundada por Alfredo Ramos Martínez en 1913 en Santa Anita. Dentro de las actividades académicas de estos planteles, fue de vital importancia el salir del aula, para pintar los paisajes y modos de vida de los alrededores de la Ciudad de México. En este módulo de obras de Manuel Álvarez Bravo es eso lo que podemos ver, ese otro paisaje, esa otra tierra que por inexplorada mostraba parajes de una frescura que llevó a innovar la manera de ver el concepto de la campiña mexicana y su estética.
UN GESTO AL SURREALISMO
En 1938 llega André Breton a México, el surrealismo en nuestro país era ya ampliamente conocido. En esta década el muralismo mexicano y el surrealismo francés, eran las dos corrientes más importantes e innovadoras dentro del arte mundial. En 1940 en la Galería de Arte Mexicano se inaugura la Exposición Internacional Surrealista, en donde participa Manuel Álvarez Bravo. Una de las obras exhibidas en esa exposición y que si es parte de la colección que el público puede apreciar es La buena fama durmiendo. Esta imagen se relaciona con otra obra icónica de Álvarez Bravo, Parábola óptica de 1931. Queda en evidencia desde el título que esta imagen habla de la vista; de la del autor, de la del espectador, la de los individuos que se atienden ahí. Son los mil ojos de todos, incluidos también los de la muerte. La mirada como la gran puerta que se cierra o se abre tras caminar hacia la trascendencia.
MI PUEBLO, TU CIUDAD
En este último conjunto de imágenes, Álvarez Bravo habla de una de sus mayores preocupaciones, la desigualdad social. Pero la manera en la aborda es muy interesante, ya que es sutil. Si el público observa los personajes que están en sus comunidades tienen un sosiego. Pertenecen a la naturaleza misma, son la naturaleza. Tal es el caso de la obra titulada Baño de mar de 1939, en donde el muchacho en su cayuco es el mar mismo, la escena es contundente precisamente por la contundencia del todo, la armonía del ser humano con la naturaleza, que a la vez es su sustento.
