La leyenda «No me saques sin razón, ni me envaines sin honor», o su variante «… ni me guardes sin honor», era común en las armas blancas, tales como espadas, sables y estoques, pues había una fuerte tradición de la defensa del honor en duelos y la adquisición de honor y gloria en las batallas y otros actos valerosos. Estos bienes intangibles formaban la identidad pública de un hombre, le daban su lugar en la sociedad.
La frase, que comenzó a aparecer en las espadas toledanas antiguas, lleva implícita una tradición ética y retórica: la acción debe buscar la justicia y el bien común, y su valor debe poder demostrarse por medio de argumentos emanados de la razón. Además, recuerda al portador la enorme responsabilidad y riesgo que conlleva el arma.
El sable de hoja ancha que se muestra parece haber sido fabricado en una herrería mexicana, y posiblemente fue utilizado por un oficial del ejército insurgente.